Perros y no personas.



[Hace años]

Salté a por ella, ella me esquivó, me agarró bien y me inmovilizó. Dejo de poder hacer eso poco después. Siempre he sido un chico fuerte.

-¡Mamá!-Me reí. Me estaba haciendo cosquillas. Eso no vale. Es injusto.Eso pensaba de aquella- ¡Párate!

Ella no para hasta que ve que estoy rojo rojo. Odiaba las cosquillas, pero que ya hace tiempo que no las siento, las echo de menos. Ella se quedó quieta. Me miró. Tiene ojos de madre. No sabría decir que es eso justamente, pero tiene los ojos de madre más bonitos que existen.

-¡Ultima vez que me despiertas así, Keit!-Siempre llamé a mi madre por su nombre de pila. Ella ríe. No reía muy a menudo. A veces conmigo. Y con papá, con papá reía todo el día. Papa siempre fue el puto amo.

-¡Frey! Haz el favor de pararte... anda... vamos a la bañera.

-¿A la bañera?-No me parecía mala idea. Me gustaba estar en remojo. Aún me gusta.

Ella se metía en la bañera. Yo siempre tardaba más en desvestirme. Puede porque ella casi siempre iba medio desnuda por casa. Manía que ahora mismo tengo. Siempre la miraba. Tenía muy buen tipo. No se parecía en nada a las madres de mis amigos, si es que se puede decir que tenía de eso de aquella. Era una madre jodidamente molona. Me metía en el agua con ella y hablabamos de cosas. Ella me hablaba de países que quedaban por sabe dios donde. Ella decía que yo los visitaría todos algún día. De ella nunca decía nada.
Nos quedábamos allí un rato, el agua estaba ya fría. Pero ni ella ni yo eramos frioleros ¡Eso es para nenazas! O eso pienso yo.

Llegaba papá. Se desvestía en un momento y a la bañera que iba.

-¡Su puta madre!¿ Estáis muertos o qué? Joder... que frío...-Se echaba a reir y ponía el agua caliente, hasta desbordar la bañera, a él le daba lo mismo. Ya fregaría luego, si eso.

-Papá... eres una nenaza.

-Anda chaval... dime eso otra vez cuando te hayan salido pelos en la polla...-Le abrazaba a mamá y la besaba. Se les veía bien juntos. Eran muy parecidos, en personalidad y en físico. Y sobre todo en vicios.- Enano, tu no mires...-Se reía, mamá también y empezaban a jugar conmigo. Yo no era ningún crío para esos juegos, o eso pensaba. Pero ahora, tengo que jugar a gilipolleces similares con la Pequeña, y realmente, me divierten.

Saliamos del baño, a mi me daban la cena, ellos no solían cenar. Si eso se metían un pico o dos, pero nada jarto. Me acostaban y se iban a su habitación. Se los escuchaba follar, para que mentir ¡Pero bien que hacían disfrutando, joder!

Eran unos buenos padres, irresponsable uno y otro. Muerto uno y muerto el otro por cierto candado que llevo ahora al cuello... pero... ¿Qué cojones hago contando estás mariconadas? ¡Su puta madre! Vah...¡Ah! Coño, ya... concretando...

A pesar de lo que digan los listillos esos... no somos nuestras palabras, nuestras compañías ni nuestros actos, simplemente somos la intención con la que hacemos cada cosa, somos la voluntad para hacer que nuestro mundo tenga sentido.

Porque que no os engañen esos libros de palabras bonitas o esas frases cucas de las películas, no somos dueños de nuestros actos ni de nuestras vidas, porque somos perros, eso es la verdad. Pero al menos, podemos elegir a que correa debemos rendir cuentas.






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