Ángel Gonzalez.

Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti; 
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia 
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando  -luego-  callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.

La petite hirondelle.


La niña prácticamente se desplomó sobre la cama. Estaba cansada. Se notaba sobre todo en que no hablaba a dos palabras por segundo. Realmente había sido un duro día, para ambos.

-Tápate anda.... espera...-El riviano le puso un gran edredón encima a la niña. Esta puso una mueca, pero se quedó quieta, ya bastante extraño para ella.-¿Quieres qué te cuente un cuento?

Supuso que a ella se le iluminaron los ojos, no conocía situación en la que la pequeña se negara a un cuento.

-Peeeeeeeeeero, Danti, con una condición...-Dijo con cierto rentintin. Él enarcó una ceja- Tiene que ser un cuento único, especial.

-Oh.... que remedio que aceptar....-Sonrió levemente, cansado también. Pero aún así, feliz de poder hacer de padre con la niña- Pues, a ver.... te contaré algo sobre algo que me pasó a mi.

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Como yo he vivido mucho, he viajado por muchos mundos, y hay uno en particular del que te quiero hablar.

Primero decir que aquel mundo donde esta historia sucede era un mundo extraño, había ángeles y demonios, fantasmas y brujas, personas que volaban e incluso cerdos que relinchaban.

Pero todo lo que tenía de extraño ese mundo, lo tenía de amargo. Un mundo, parecido a este, pequeña, donde cada uno seguía recto su camino, o el camino que otros le habían marcado, sin preguntar. Donde el egoísmo era el rey del día a día. Y las justificaciones heroicas de los supuestos salvadores, todas mentira.Un lugar triste, lleno de llantos.Donde la gente, apagada, sola, anhela encontrarse con otro y por lo menos, llorar en compañía. Porque ¿Qué hay más terrible que la soledad?

Y allí, no hace mucho tiempo, nadie sabe gracias a que milagro o a que inspiración, nació la"La petite hirondelle",y era ella, sin saberlo, lo que dio importancia y sentido a este mundo ya para mi gris. Ella era en si misma una piedra preciosa. Pero no una de esas piedras que uno tiene en un anillo o en un colgante para que los demás lo vean y sientan el dinero ahí invertido. Ella era una piedra que hace valioso el corazón.

Y esta niña, que andaba  volando por ese mundo, sintiendo el frió viento del sur norte en su piel, sintiendo la hierba bajo los dedos de los pies, el chocolate en su boca y el consiguiente dolor de barriga de después, se empezaba a cansar de su vida en solitario, puesto que todos sabemos que "Hay riquezas que te matan si no puedes compartirlas". Y eso es lo que le pasaba a la niña, que perdía, quizá, su esperanza en este mundo. Y habría sido fatal para todos los habitantes del lugar que ella se fuera... Pero dio la casualidad de que en ese triste momento, la niña se encontró conmigo, con un "Hombre de alabastro", que año tras año, había perdido la esperanza en este mundo, sumido en las tinieblas.Y no es que las tinieblas sean malas, porque de ellas puede salir todo, no solo lo malo, pero que quieres que te diga, en la situación en la que me encontraba, ya no veía optimismo por ningún lado.

Pero el caso es que hasta los ciegos podemos ver determinados tipos de luz... y la de ella, era una de esas de las que uno no podía apartar la mirada... Me sentí ilusionado, y algo tímido, si, yo, tímido, cuando ella se acercó a mi. Me cohibió. Los demonios nos asustamos más que de ningún ser vivo, de los niños pequeños, porque aún no te lo había dicho, pero la niña era aún pequeña.. Siguiendo con el hilo, entre nosotros al principio no se cruzó una palabra ; yo, porque creía no tener nada que contar más que las estrellas en el cielo; ella, porque quizá quería decirme tantas cosas que se le amontonaban en la garganta, sin llegar a salir ninguna. Me sostuvo las manos largo rato después. Y no sentí el tacto pero si la ternura en mi piel. No podría decirte como fue, porque da la impresión de que al describir tal sensación, se me escapara de entre los labios.

Me habló después, me preguntó miles de cosas, tantas que no supe contestar a ninguna. Luego se sentó, mirándome con esos enormes ojos de color avellana. Y hablé, le conté historias sobre países lejanos. Sobre tierras llenas de gamusinos y de seres que yo mismo me inventaba. No quería contarle nada sobre la realidad, porque me daba temía que no le gustara. Así que inventé cuentos para ella. Y la pequeña atendía, con la boca abierta y la mirada atenta, justo como estás haciendo tu ahora. Y me preguntó si eran verdad esas historias. Y bien indignada que se sintió cuando le dije que eran cuentos. Según ella, que alguien le contara cuentos solo era bonito si luego se atrevía a vivirlos con ella. Y quizá por sus palabras, me atreví a hacerlos. Y tras contarnos nuestras historias interminables, ambos vivimos juntos el llanto de los cielos, las armonías de golondrinas, las auroras boreales.... vivimos muchas cosas, y algo más. Vivimos, juntos. Ella con mi corazón de alabastro, y yo con su alma de golondrina.

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-La verdad, pequeña, es que yo no tengo talento para estos cuentos... simplemente estoy viejo y cuento batallitas que he vivido, ya no invento nada, solo lo reproduzco tal y como lo veo en mi recuerdo. Ya no se improvisar, y me he quedado en blanco.... Encima, tan cansado como me pillas, no tienes compasión ninguna con la tercera edad, eh. Pero bueno, he visto una buena oportunidad en esto momento, justo antes de que el sueño venza a la curiosidad y a tu devoción por las historias....-Suspiró, agachando la cabeza mientras agarraba las manitas de la niña- Aún a mis años me da vergüenza ponerme "ñoño" o como demonios sea...

La vela que antes iluminaba la habitación se apagó. Él la apagó.

-Y... incluso mira, en esta total oscuridad, aunque yo ya la notaba de antes, solo espero ver una sonrisa tuya, y no a un monstruo saliendo del armario. Quizá la historia que te quería contar se resume en una frase que me dijo "La petite hirondelle", el que contar cuentos solo era bonito si luego eran vividos. Y....

Calló largo rato. Era a pesar de todo un hombre pudoroso.

-Querría de verdad poder contarte un cuento, sobre como siempre estuviste conmigo, sobre como siempre estarás, como siempre te protegeré pase lo que pase, que junto a mi, nunca te pasará nada... querría contarte ese cuento, unicamente tengo intención de vivirlo contigo.

Tiempo.



En frente de la portilla de la casa vacía. Un lugar tranquilo, virgen, con infinitas y más posibilidades.
Solo un reloj. Delante de mi.
Se pone en marcha. Se da la vuelta, su arena me acaricia, se me cae de entre las manos, aunque yo intento juntarlas.
Me quedo quieto. No puedo no hacerlo. Me siento en medio de algo tan grande, de algo tan importante. Me quedo quieto, reteniendo incluso mi aliento. Y el tiempo se me escapa.
Grito. Yo soy mi tiempo. Y no quiero desaprovecharlo. No quiero gastarlo en vano. El tiempo solo es útil en el mismo instante. Un segundo antes, ya ha pasado, un segundo después, aún no ha existido.
Trago saliva. Noto la suavidad de cada grano, quiero apreciarla en su máxima expresión.

Pienso en que hacer con la arena que aún "está en el tintero". Si pienso demasiado, se me irá en nada, si no pienso lo suficiente, se habrá ido en vano.

Porque mi tiempo pasado, pasado está, no es ninguna inversión. Porque el tiempo no es ninguna inversión. Al menos para mi, desde mi punto de vista ateo. Otros, que ven el mundo con los ojos de la fe, ven su tiempo pasado como una llave al mundo de los cielos, a un lugar donde tu arena es tuya, donde no se escapa de entre tus dedos.

Mi lógica me impide creer. No puedo evitarlo. Y a causa de ello, sufro el tan terrible miedo a la muerte. Aún soy joven para pensar en eso, pero quizá justamente como soy joven me asusta más. Quizá si para mi todo esto fuera obra de un dios, incluso mis palabras, todo sería más fácil.

No puedo competir contra la promesa de un paraíso eterno, y tampoco lo pretendo. Las alegrías, los consuelos que puede darme a mi mismo, han de provenir de este mundo. Lo único que hay.

Se ha observado que los átomos tienen la misma forma que las galaxias, y que tienen ciertos patrones similares. Eso da que pensar, que, entre otras cosas, este universo es suficiente.

Pero en cierto momento, a la hora de tener este pensamiento, siento que me he alejado de la razón, sin llegar a caer , por suerte en un sin sentido. Simplemente llegando a pedir un deseo a la nada, con una esperanza que quizá, y posiblemente jamás será cumplida. Pero un deseo, es un deseo. Es poco más que un sueño.

En un sueño uno vive sensaciones que jamás tienen lugar, cosas imposibles, con una realidad tan absoluta que sin el "mundo real" cobraría incluso sentido. Y ese mundo es creado por nuestra mente, por nuestro cerebro, formado a su vez por millones de pequeñas galaxias. Y a esos sueños me remito a la hora de buscar esperanza.

Dentro de nosotros tenemos universos, no creo yo que sea demasiado atrevido el recrearlos. Si nos tiramos hacía una imagen clásica como la de "Ver toda tu vida pasar ante tus ojos" en un único segundo. Un solo segundo. El último. Ese último grano de arena, tiene el valor de una vida. Y quisiera gastarlo en una vida de fantasía. No digo en una vida con dragones y unicornios, que también, porque no. Digo una vida donde se perdonen nuestros propios pecados, donde nos sonríen, donde abrazamos y aquella persona, a aquellas, y sentimos en la piel de ese sueño ese tan real calor, esa tan real ternura. Una sensaciones que durarán toda una vida antes de que por fin me muera, para toda la eternidad.

Yo, como todos, voy a tener un último segundo para gastar, en la realidad que más me sea propicia. Quizá parte de mi tiempo de ahora, sería bueno dedicarlo al que en esa vida se me va a volver a conceder.

Círculos del infierno.




Primer círculo del Infierno: Orgullo.

Pregunta el Orgullo. Él responde.

-¿Qué vienes a hacer aquí? 

-Justicia. Eso creo. 

-Yo soy la justicia aquí.

-Bueno... entonces has vagueado mucho, ya te relevo yo.

-Te queda eso un poco grande.

-Manda huevos...todo le critican a uno...¡Piérdete! Bastantes cosas tengo yo que hacer como para que me venga un viejo choco a darme la vara.

-Ya volverás. Y se hará justicia de verdad.

-Claro que si, si tu lo dices.

Círculo II del Infierno : Viaje.

Habla el camino mismo. Él responde.

-Que raro es ver a alguien más por aquí.

-Hay gente por todos los lados, tampoco creo yo que sea como para echarse las manos a la cabeza.

-Aún así, sorprende ver a gente en este tórrido lugar.

-No es para tanto, repito... es un lugar como otro cualquiera.

-Espero que no todos los lugares sean como este.

-Pues no se que decirle a eso...

-Este sitio antes era bonito.

-¿Realmente?

-Eso creo, no llegué a verlo con mis propios ojos. Pero eso me dijo mi madre que en paz esté.

-Ya... yo soy más de creer en lo que veo, no en ideales. Es la palabra de la gente contra la palabra de la realidad. Y me fio más de la realidad.

-La gente es quien compone la realidad. Así que también te fiás de la gente.

-¿Te me pones filósofo ahora? Joder... hoy tenéis todos el día. Queréis turrarme la cabeza.

-Menudos humos tienes hoy.

-Es que no es un día agradable.

-Mañana será mejor.

-Por eso, mejor si acabo rápido lo que tengo pendiente.

-¿El qué?

-Créeme, mejor no saber.



Círculo III del Infierno : Crimen.

Ella silencia lo pasado. Él responde.

-No fue para tanto.

-Eso no se quien lo determina....

-Yo lo determino.

-Si tu lo dices.... no puedes ser así. O te pisarán toda la vida... como llegan haciendo hasta ahora, la gente no te valora mucho más que a la mierda de sus zapatos.

-Tampoco puedo cambiar nada. No puedo volver hacía atrás en el tiempo. Simplemente soy así. Así que para vivir con rencor... prefiero perdonar.

-Parece que aquí todo está permitido y perdonado de antemano... Menudo asco.

-Mejor eso que odiar al prójimo ¿Propones tu algo mejor?

-Pues un justo castigo, claro . Mano dura. Yo mismo podría hacer de juez.

-¿Y quien coño eres tu para judgar a nadie? Eres un imbécil … no puedes ir por ahí como un superhéroe defendiendo a alguien que no te ha pedido ayuda. Eres un moralista de mierda.

-Prefiero no responder a tus insultos... lo achacaré a que estás dolida y haré oídos sordos.

-¡No me escuchas!

-Siempre será mejor.



Círculo IV del Infierno: Necedad.

La Necedad le azuza al crimen. Él responde.

-Está dolida, solo eso.... Tiene rabia contenida y la paga con todos nosotros. Perdónala.

-No... si... aquí ya todo está perdonado de antemano, como bien le dije a ella.

-Tampoco es eso... pero intenta entenderla.

-Puedo intentarlo, pero lo veo tonto, no lo voy a conseguir.

-Bueno hombre... la intención es lo que cuenta...

-Una mierda. Lo que cuentan son los hechos, y joder.... aquí no hay ley.

-En eso te equivocas... aquí hay una ley, la ley del más fuerte. Y ella no lo es.

-Pues alguien debería acabar con esa ley, y desbancar al más fuerte.

-¿Y serías tu ese alguien?

-Por ejemplo.

-Huy, si lo hicieras....

-¿Qué? ¿Me lo echarías en cara?

-No hijo no, yo soy muy de refranes, y quien roba a un ladrón, tiene cien años de perdón.



Círculo V del Infierno: Desprecio.

La antigua enamorada, suicida, habla. Él responde.

-Aún no me dijiste porque estás aquí.

-Ni te lo voy a decir, la verdad es que contigo no tengo absolutamente nada que tratar.

-Vaya víborilla que eres, como te muerdas en la lengua, enano, te envenenas.

-Eres tu la que parece una vieja amargada. Da asco verte.

-¿Vienes aquí para pedirme ayuda y luego me insultas?

-No me has dado la ayuda que te pedí, así que de poco me sirves. Mira que defender a semejante ser por un polvo mal echado...

-Que sabrás tu de la vida niño.

-Casi prefiero no saber, la verdad.

-Yo te diré donde está si quieres, ala, ve, y haz lo que quieras, pero eres igual que él.

-Más vale creerlo que abireguarlo.

Círculo VI del Infierno: Juicio.

Él acusado pregunta. Él habla. 

-¿Y ahora que?

-Ahora...

-Se ve que esta situación te supera, una vez en situación las cosas son más difíciles eh. Las cosas con jodidas, si. Pero es lo que hay. Afronta ahora la situación, que además, tu mismo viniste a causar.

-Y lo voy a afrontar, descuida... para eso está uno aquí...

-Si de sobra se te nota que realmente no quieres hacer esto... déjalo chaval...

-A veces todos tenemos que hacer cosas que no nos gustan....

-Tranquilo... yo ya he aprendido la lección... ya has ganado...

-Je...je... En una situación así, ninguno gana.... nunca.

Ejecuta su sentencia.

Último círculo del Infierno: Castigo.

El Infiero habla. Él responde.

-Y de nuevo aquí.

-¿De nuevo? Creo que nunca he salido...

-Pues... aquí, de nuevo. No se a que engaño cediste, pero nadie perdonará tus pecados salvo uno mismo...¿Te vas a perdonar?¿O te quedarás aquí?

-....

-Te quedas eh...

-Para siempre.

Él paga por su pecado.