Amistad, simplemente.





La mayoría de las personas que conozco escriben cuando les pasa algo importante, cuando tienen un pensamiento revelador o incluso cuando simplemente ven algo por la calle que les llama la atención. Escriben palabras, una detrás de otra para intentar explicar la sensación o a la idea que llegaron por aquel acto quizá cotidiano o ajeno pero que les resulto ilustrador.

Lo que me resultó a mi ilustrador es que hoy, en todo mi recorrido por las calles de mi ciudad, no vi nada que me importara ni que me llamara la atención.

Y lo más sorprendente, es que no me sorprende en absoluto.


Durante un pequeño lapso de tiempo, durante el tiempo que dura un parpadeo pasará algo, no se decirte el que, porque aún no ha sucedido. Después de ese segundo, de ese instante, el mundo girará igual, la gente continuará con sus vidas porque nada habrá pasado para ellos. Pero si para mi, pero si para ti.

Ese acontecimiento aún desconocido, no se sabe si beso o caricia, si sonrisa o llanto dará pie a un periodo corto pero intenso, a unos pocos días que podrían ser calificados como néctar o ambrosía.

Sólo tengo una semana, sólo tienes una semana de mi tiempo, pero has de saber, niña bonita.

Que es más tiempo del que jamás le he dado a nadie.







Hay gente que llena el silencio con sus sentimientos, hay gente que es capaz de desprender una calidez infinita sin palabras, que se expresa con el mero hecho de existir.

Pero yo no. Yo en el silencio simplemente callo, no desprendo nada, apago ese calor que a otros les sobra, mis palabras son las pruebas de mi existencia y de mis ideas.

Hay gente que lo dice todo con miradas, que nada más es necesario, que su alma se percibe por sus ojos.

Pero yo no. Yo con mi mirada, simplemente miro, no transmito nada más que lo que los otros quieran ver en mis ojos.

Hay gente...

Pero yo no. Yo no soy gente.


-Y cerca de esa estrella hay un planeta donde la gente normal convive con dragones y unicornios.-Dijo la muchacha tras erguirse y señalar una estrella en singular que por supuesto él no había logrado ubicar.- Y hay ríos de cosas deliciosas y no solo de agua....Buaj... No me mires así, el agua no me gusta...y a ti tampoco que sólo bebes cerveza.¡Borracho!- Suena a diversión su voz,parece que va a seguir hablando de eso pero pronto vuelve a su historia sobre la estrella lejana.- Y la magia es cosa normal, no como aquí que solo se da de vez en cuando-Tan inocente ella- Y hay gente maravillosa por todos lados, de hecho, no existe ni un ápice de maldad ahí en ese mundo.

-Vaya... increíble. Es un lugar perfecto¿Te gustaría vivir allí?-Preguntó por preguntar.Él, aún andaba imaginándose todas las cosas que decía la niña y todos los posibles de ese mundo- Porque está chulo eh.

-¿Vivir allí?-Pone una cara de esfuerzo ahora, como si fuera la primera vez que se replanteara algo de esa índole- Pues.... ¡No! Claro que no, allí no estás tu, además...demasiado perfecto, seguro que allí no hay nada divertido.

- Tu sabrás, tu lo has inventado.

-¿Cómo dices?-Pone una mueca de enfado-¡Yo no me invento nada! Solo te digo lo que hay en ese lugar, porque existe de verdad.

-Es cierto, es cierto...un lapsus mio. Sigue contándome...otra estrella, por favor.-Suplica él, soñador.- Por favor...

-¿Otra? Una por noche y no más, santo Tomas.-Canta en voz baja, abrazandose al cuello del chico.

Y es que así era,  noche tras noche, semana tras semana, a cierta hora; cada día una diferente pero siempre cuando ya el cielo estaba bajo la capa gruesa de la noche ellos se reunían ahí y hablaban. Al principio de cualquier cosa, de la vida de uno o del otro. Pero él un día descubrió cierto talento de ella y la tradición cambió. Ella empezó a contar cada día una historia diferente, de magia, de lugares lejanos e imposibles. Cada noche una estrella distinta los llevaba a un lugar que nada tenía que ver con el de la noche anterior, y cada noche ella hablaba horas y horas, y él escuchaba horas y horas todas las historias que ella contaba esperando escuchar algún día las que dejaba por contar. Y es que la imaginación de ella no se acababa, siempre había algo nuevo que contar, un mundo nuevo que abría sus puertas ante la llave maestra de la fantasía de la niña. Una mente inocente que creía en cada palabra que era pronunciada.

Y no importaba nada más.

Él a veces, llegaba ensangrentado, con cicatrices nuevas, con olor a mujer, con cara de agobio y el paso cansado, pero su mirada siempre era la misma, esa pura fuerza de voluntad, que se dirigía pasara lo que pasara al encuentro con ella. Y la niña sabía que llegaría, porque nada en el mundo podría con él, porque ella lo veía como un ser super poderoso que contra todo podía, y se lo había dicho a él. Ella se creía cada palabra que era pronunciada.

-Está bien, dejaremos la próxima estrella para mañana.-Acepta el al final, como todos los días.

-Bueno...a cambio de la brillante historia de hoy por mi parte¡Hoy duermo contigo!-Alza las cejas al comentar eso, pero no sabe porque. Lo ha visto hacer a alguien antes y le pareció gracioso.

-¿Tengo otra opción?-Dice él sonriendo, para soltar finalmente una carcajada, siempre reía exageradamente a cualquier cosa minimamente graciosa.

-No, no la tienes.-Replica ella sin dejar que se diera otra opción.

-Ya lo sabía. Vámonos anda.

Y ambos se fueron, hasta el día siguiente, y el que venga a continuación de ese, porque el mundo no va a lograr cambiar a ninguno de ellos, nunca.

Ves el mundo...



Ves el mundo muchas veces y piensas que este está bien, que está mal, que hay cosas agradables y desagradables. Placeres buenos y goces baratos. Corrupción y desastre. Desidia y esfuerza, dejadez y voluntad. Inteligencia, estupidez, belleza y espanto, cosas simples y otras inefables, y entre todas estas y muchas más debemos convivir, formando nuestro propio ser con una combinación de ellas.

Hay cosas que nos vienen dadas por las fatalidades de la vida y otras que escogemos atentamente, cosas que quizá dejamos pasar sin saber lo que significan y algunas a las que nos aferramos sin ser conscientes de si es veneno o panacea. A estas cosas debemos atarnos, debemos encadenarnos para poder ser algo más que un personaje.

Y entonces somos alguien, alguien en el mundo, enorme, colosal, intimidante y despectivo, un mundo al que no le importa en absoluto lo que haya sobre él. Y para el que somos poco más que un insecto. Entonces debemos seguir echando cadenas a nuestro cuello, para poder conseguir ser algo más, porque eso es lo que se busca siempre, algo más.

Eslabón tras eslabón vamos uniéndonos a las cadenas de otras personas, creando unos lazos de papel que con el tiempo se van convirtiendo en puro acero, unos lazos que nos condicionan, que nos quitan nuestra libertad pero a cambio nos proporcionan la posibilidad de ser felices.

Pero el metal pesa.

Deja marcas en la piel, marcas de esposas y de grilletes. Y cuando estás unido a alguien que cae, has de tirar por esa persona, o caer con ella.

Quizá pienses que es triste la vida del que como yo, no le importa el destino del que se hunde a su alrededor, que en cuanto la cadena estirada del derrotado empieza a tirar se rompe, porque en el fondo recuerda que una vez fue papel, y a este se lo lleva el viento.

Quizá pienses que esto no tiene sentido, que todo eso hace que pierdas las posibilidades que cada persona   y cada lazo me haga ser feliz.

Pero...

Es tiempo de romper lazos, de convertir el acero en papel y este en ceniza.

Porque, pese a todo, pese al precio que hay que pagar por ella, hecho de menos a mi libertad.

You can (not) advance.






-Simples o complejas, así son las personas a mi modo de ver la vida, o lo uno o lo otro.

- Eso es evidente.

-Si. Pero quizá no sean los mismos cánones los míos que los de los demás, de hecho, estoy seguro.

-¿Cómo los diferencias tú un grupo de otro?

-Hago una pregunta a todo el mundo, y según la respuesta, meto en un saco o en otro, es algo infalible.

-¿Qué pregunta es esa?

-Que se yo, una, depende del día, unas veces hago una y otras otra.

-¿Acaso no es siempre la misma pregunta?

-Que va, para nada, es siempre una distinta, según me de.

-¿Y cómo calificas entonces?

-Según la proximidad de la respuesta a la que yo daría.

-¿Por qué?¿A cual de los grupos perteneces tu?

-Ni a uno ni a otro, yo soy yo, eso y nada más.

-¿Ni complejo ni simple?

-Eso es, soy lo que soy yo y no son los demás, solo eso.

-Eso es mucho.

-Puede ser, pero es que para mi, yo soy mucho.

-Y tanto.Porque según dices el mundo entero se divide en dos categorías y tu tienes otra para ti solo.

-Lógico.

-¿Lógico?¿Por qué?

-Porque que como suele decir un amigo mio, da la casualidad de que yo, soy la única persona que soy yo.



“Bebo para olvidar que soy un borracho”

                                            Antoine de Saint-Exupéry - El Principito.





“Si alguien ama a una flor de la que sólo existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas.”
                                  
                                             Antoine de Saint-Exupéry - El Principito.










Hay dos tipos de personas en este mundo. Solamente dos.


Quizá parezca una generalización demasiado azarosa y dicha porque si, porque queda bien con lo que trato de decir, de verdad os puedo asegurar que he pensado cada palabra, cada coma en lo que digo y en cada sentido de cada letra que forma mi opinión.


De estos tipos de gente os hablaré.


De esa gente que vive para su desgracia, que siente la vida sólo cuando es amarga. Sentir algún tipo de satisfacción oculta y prohibida ante mis ojos que no llega mi mente a concebir. El percibir placer del regocijo del sufrimiento, el hacer de cada posible momento bueno una agonía, el ver que los demás saben lo que tu sientes, que ese dolor que desprendes se arraiga en cada tramo de su cuerpo, una busqueda de atención que no lleva a ninguna parte. Una forma de vivir la vida que consiste en menospreciar lo bonito de esta. La elección de existencia de las masas, de la gente sin motivaciones propias, que guían su vida por las frases bonitas de las películas que le han impactado, que no se han dado cuenta de que todo eso es ficción y que en la vida no hay tomas falsas, que cada segundo de llanto es un segundo en contra del reloj de las risas y la alegría.
Esa gente que es amiga sólo de su penuria, que comparte con conciencias ajenas momentos vividos de forma dramática, que pudiendo encontrar la felicidad a la misma puerta de su casa prefiere llorar de melancolía por sensaciones que no son suyas, solos, abrazados a sus rodillas y a su autocompasión cada momento de sus vidas y hasta que eso ya no puede ser siquiera llamado persona.


Gente que llora por no tener aquello que ha dejado pasar por estar llorando.


Gracias a todo lo que se pueda agradecer, hay otro tipo de personas. Gente que es feliz porque lo tiene todo o gente que es feliz sin tener nada. Que aprovecha cada latido de su corazón para mantener un sentido verdadero en su vida, una vitalidad que hace que todas las cosas tengan su sentido, gente que es fiel a si misma y que intenta hacer cosas por el bien de su felicidad, lo que acaba dando una orden inquebrantable a los labios de los de su alrededor que niega cualquier otra opción que la de sonreír. Gente más o menos fuerte, que quizá a veces caiga en un momento para enseguida darse cuenta de que el suelo no es su lugar, de que las lágrimas de los otros en esa habitación cerrada pronto lo van a ahogar. Gente que centímetro a centímetro llega a las más altas cimas de la virtud. Unos extranjeros en la ciudad de los tristes que sólo hacen una parada para dormir en el lugar para por la mañana con el sol irse lo más lejos posibles hasta donde sus ambiciones les lleven.
Personas que tienen algo tan olvidado como la gratitud, que la sienten por cada segundo e instante que se les ha regalado, que aún con solo tener una estrella en el firmamento se alegran de mirar al cielo porque no solo saben que ahí, en algún lugar estará su estrella, sino que las miles y millones de estrellas para él ajenas dan un significado y sentido a la gente que se ha atrevido a mirar al cielo y las constelaciones en vez de ver únicamente las lágrimas en sus ojos.


Esa gente a la que hoy, humildemente, cosa realmente extraña para mi, doy gracias. 
Porque se, que cada vez que yo miro mi estrella, miles de personas miraran la suya.








Finalmente...
                     ...deben saber todos aquellos que lean esto y no tengan idea de lo que les hablo,  que               tienen que estar tranquilos, porque algún día la tendrán.






-En donde vivo, la voluntad es una palabra que sólo aparece en las leyendas, que sólo héroes y reyes antiguos han conseguido poseer,  la inocencia es poco mejor que la estupidez, y más perseguida que el más atroz de los crímenes, intentando siempre hacerla desaparecer bajo todo concepto, en donde yo vivo, la cosa normal es ser un mundo al revés, con mentes vacías y palabras que no dicen nada. Y nada más.


-¿Realmente es así?¿De donde vienes entonces?¿ En qué infierno es donde tomas tu castigo para recibir tal tortura?


-¿Infierno? Que va… ese lugar, es el único lugar donde uno puede estar, y es que no es cosa de una zona envenenada, de un paraje aislado que tiene a la gente engañada, es cosa de que el mundo entero está así, y es que de ahí soy yo, del mundo.


-Era antes ese un lugar bonito para mi, eran las cosas como debían de ser.


-Era lo lógico, tenías una venda en los ojos, y era esto lo mejor que te podía pasar. El mundo tenía un sentido que sólo era visible para ti. Pero ahora has descubierto en agujero en tu venda, entre los hilos rotos y deshilachados por la rueca de la vida. 


-Pero es que para eso no hay vuelta atrás, lo descubierto, descubierto está.


- Bueno, eso dirás tu, porque la gente parece que de un momento a otro va a olvidar su  capacidad para vivir, para pensar de forma independiente y verdadera. Esa gente que no olvida como caminar, pero si hacía donde se dirigen sus pasos. Esos encontrarán al final un abismo.


-¿Qué pasará entonces? Ese abismo…¿Es peligroso?


- En el abismo hay algo, que tiene unos lazos por ahí echados al cuello de todos nosotros, y tira bien fuerte de la cuerda, para que todos nos caigamos. 


-¿Qué pasa cuando tira de ti ese lazo?¿Qué le ocurre a la gente?


-Pues, los débiles, los autómatas que pueblan el mundo con cara de persona, pero de sentido inexistente, caen simplemente, porque nada les dice que se resistan, y para que hacer algo que no se te he pedido. Los inocentes, en cambio, embaucados por la curiosidad e ingenuos como ellos sólo pueden ser, se acercan al abismo para simplemente observar, pero es entonces cuando el lazo los reclama y tira bien fuerte,  esto no es suficiente a veces ,pero la avalancha de autómatas los hará con seguridad caer, y en ese abismo de poco sirve ser inocente, además como cada uno trata de sobrevivir, se deja caer lo primero la inocencia a ver si librados de su peso uno puede salir, pero como siempre ocurre la poca voluntad que existe en esas personas se pierde en ese negro pozo.


-Vaya….¿el mundo está en el abismo?


-¿El mundo? No, el mundo es el abismo, y bien a gusto que está ahí, el abismo es la muerte de la razón, de la voluntad y la inocencia, pero en el abismo hay vida, hay todo lo demás que no son esas tres simples cosas.


-¿Cómo puedes decir qué esas cosas son simples?¿No sientes pena por ello?


-Pues no sabría decirte, porque la verdad es que, estoy en un punto donde difícilmente te voy a poder seguir avanzando a un lugar donde no es el fin, por eso califico a todo de esa manera. Aunque esas "simples" cosas sean las tres más importantes de mi vida. Todo es así cuando tira de ti la soga.


-Ala…¿ Es qué tu también tienes esa soga?


-Claro, yo, como todos.


-¿¡Incluso yo!?


-No… tranquila, tu no, a ti nunca te pasará eso.


-¿ Por qué?


-Porque yo estoy aquí, contigo.


-¿No te entristece el saber qué esa soga está en tu cuello?


-En absoluto.


-¿No? ¿También quieres ser arrastrado por esa soga que os ha atado a todos?


-Claro que no, pero justo por lo que has dicho, como es la misma soga para todos, me alegro de que también este en mi cuello.


-La verdad, es que no te entiendo, vas a ir donde todo lo que tu eres se muere, estás siendo arrastrado por ello, si te ves afectado serás nada más que una sombra, un personaje que era persona, que siquiera tiene entero el disfraz, porque no es más que una máscara vacía, de ojos huecos y sonrisa fría, y que seas, al fin y al cabo, como todos.¿Quieres ser cómo todos?


-No.


-No te entiendo….¿Cuál es tu razonamiento?


-Es que… es difícil de decir, y más difícil de hacer.


-Aún así, cuenta, dime.¿Qué piensas? ¿Qué vas a hacer?


-Pues… llámame inocente si quieres, pero creo, que como es habitual, lo que puede ir en una dirección, puede también ir en otra si se le reconduce, y eso voy a hacer, reconducir el mundo, yo solo si hace falta.


-Y….¿Cómo? Temo por ti….


-No temas, yo para confirmar la regla  seré esa excepción a mi propia norma, me he prohibido a mi mismo ir en la dirección del abismo, y no iré, esa dirección es para mi imposible de tomar.


-Pero eso… sólo te ayuda a ti.


-Ya, lo se, lo se, no me dejas ni hablar, déjame explicarte…


-Explica pues, no tardes más.


-Voy a agarrar esa soga en mi cuello, y voy a tirar de ella, voy a sacar a todo lo que hay en el abismo, todo lo que quede al menos, voy a tirar de ese carro, y así será, tal y como te digo, que saldrá todo de nuevo a mi lado.


-¿Con qué fuerza vas a hacer eso? Eres uno contra cientos.


-¿Con que fuerza me preguntas? Que simple es para mi eso… pues como no, con la voluntad.


-Me has sacado una sonrisa de esperanza… buena determinación la tuya, pero debo irme, no me conviene estar tanto tiempo aquí, ya lo sabes, soy algo que se quiere ver muerto o extinto que es peor que el más atroz de los crímenes.


-Ya me he dado cuenta.


-Ni que decir se tiene, que estoy contigo, ahora, y siempre.¿Verdad?


-Verdad, anda , vete, yo también soy un hombre ocupado…


-Adiós niño inocente, de tan grande voluntad.


- Nos veremos dulce niña, la que siempre será mi libertad.


-Dicen que es imposible ser libre y feliz,


-También dicen que es imposible tirar del mundo con una soga.


-¿Sabes?.. 


-Si, se, márchate ya.


-Adiós, mi dulce niño.


-Adiós, mi inocente libertad.

La última flor esmeralda.


Tengo realmente la impresión de que si dijera todo lo que se me pasa por la cabeza sobre la gente a mi alrededor,sobre mis más estimados amigos y familiares me quedaría totalmente solo.


Conocidos, compañeros, gente que se hace llamar amigo pero a la que casi no conoces, y lo que es peor, casi no te conoce a ti; personas con las que apenas un par de palabras han bastado para saber a la perfección como son, como piensan y como sienten cada segundo de sus vidas, simples personajes de una obra que hace mucho tiempo que ha fracasado.


Amigos de verdad que son poco más que unos simples extraños, personas ajenas totalmente a nuestro modo de ver la vida y la manera de dirigir esta por unos cauces predeterminados por las lineas discontinuas de nuestro pensamiento.

Puedo recordar con absoluta fidelidad sus caras de desaprobación o sus ojos de espanto ante mis escabrosas teorías sobre la inferioridad del pensamiento ajeno, con reproches mal sonados y frases vacías que ni siquiera tienen la intención de decir algo. Sonidos emitidos por unos labios que se limitan a decir palabras que han sido pronunciadas por una mente que no es suya. Opiniones que se convierten en leyes de masas, que son dogmas tan irracionales como la fe ciega en que un Dios salvador nos perdonará nuestros pecados.

Malas hierbas sembradas por la ignorancia o la absoluta dejadez al pensamiento; malas hierbas que no se limitan con echar sus raíces corrompidas a la tierra de su alrededor y envenenarla con su mala toxina, sino que intentan carcomer también a las pocas flores que están al alcance de su vista, flores de esmeralda y rubíes que no sólo saben de su belleza sino que reflejan lo horribles que son los demás.

Por eso tuve la impresión en su día, de que uno de los grandes aciertos en mi vida fue la decisión de atar mis impulsos sobre la situación del jardín de la vida en la actualidad.

Porque si dijera mi verdadera opinión me quedaría solo.

Pero...

Que sería de la verdad si por ella no fuéramos capaces de hacer un pequeño sacrificio.