Dragones y princesas.



Hace un frío de cojones. De verdad, que hace un frío de cojones. No se como puede estar tan enérgica esta cría. Desde luego no es friolera. O quizá el mundo por descubrir le da calor. O mejor de todo... preferiría pensar que es mi compañía la que le da calor.

El plan del día iba a consistir en dar una vuelta, algo así, ella me iría contando anécdotas suyas. Totalmente inventadas, eso es verdad. Que a mi eso no me importa en absoluto, verdad también.

Luego, quizá vea algo que le llame la atención, y me preguntará, y yo no sabré responder, o no querré, pero de todas formas, tendré que intentarlo.

Llevamos un rato paseando, me está contando ya la quinta anécdota por las lunas de Júpiter. Se para y se calla. Señala a unos jóvenes. Beben, montan escándalo. Ella me mira. Noto como si fuera una pregunta,una pregunta que no lleva ni una palabra.

-Pues no se... tendrán sed... lo están pasando bien.

Uno de ellos vomita.

- No parece que lo estén pasando bien...

-No, no lo parece.

-¿Están enfermos?

-Con toda seguridad.

-¿Qué les hace enfermar?

- Creer que así viven... eso les hace enfermar.

Ella no pregunta más, se da por satisfecha. Reengancha su historia. Sigue hablando. Está empapada, estoy empapado. Pero no importa. Porque en Júpiter, según ella, no llueve, y menos en sus lunas.

Pelea. Hay una pelea. Dos se han gritado. Un par de empujones, una docena de puñetazos y unas patadas de más. Poca cosa.

-¿Por qué hicieron eso?

- Pues... porque... estamos en un mundo de perros... y tenemos que marcar territorio.

No hay más preguntas, porque está todo aclarado. La historia se hace más cercana. Algo sobre princesas de no se que cuento. Ella dice que tengo que conocer esos cuentos, que son los típicos de la infancia. Pero yo de pequeño no escuchaba cuentos, no los leía. Yo los vivía. Y no eran como ella me los cuenta.

- ¡Mira! ¡Un principe y una princesa!-Dice ella señalando a un par de don nadies enzarzados en un asunto poco claro, uno junto al otro y con quizá un poco de ropa de menos.

-Ese, pequeña, no tiene nada de príncipe... y ella... ella hace mucho que no es una princesa... pero quiere volver a serlo...

-¿Y como se vuelve a ser una princesa?

- Pues no lo se... pero así no, desde luego.

-Yo...¿Yo soy una princesa?

-Claro que si. Y lo vas a ser siempre.

Me habla de más príncipes. El que le dijera que ella era una princesa a animado a la pequeña. Me dice que yo soy todo un príncipe. Yo me río. Me dice que ella es mi princesa. O que lo será, cuando sea mayor. Yo sigo riendo.  Me dice que la tengo que salvar de un dragón. Se me sube encima, a los hombros. Me grita cosas sin sentido. Sabe dios, ella de seguro ve el dragón. Le echa muchas ganas, tantas, que hasta termino viéndolo yo.

Nos quedamos sentados. Miramos a la gente. Dos se meten un pico de una sustancia que ni ellos mismos conocen. Me sorprende. Se que hay mucha droga por aquí. Pero la falta de cuidado, me llama la atención.

-¿Y eso, por qué lo hacen?

-¿Te acuerdas cuando antes jugabamos a cazar dragones?-La expresión de su cara me dice que para ella era algo más que un juego. Sonrío- Bueno... quería decir lo de cuando antes cazabamos dragones para rescatarte...¿No fue muy muy divertido?

-¡Claro! Aunque daba un poco de miedo ese dragón...¿Pero qué tiene que ver?

Los miro de reojo.

-Esa, es la manera de que su caza de dragones sea divertida.

Pasa la noche. Ella duerme. Es pequeña, es normal que duerma. Sabe dios que soñará.

Alguien llora. Eso la despierta. Eso me molesta.

-¿Por.. por qué llora?-Bosteza.

Miro a la chica que llora. La verdad es que tengo la impresión de que la niña cree que soy adivino. Pero no hace falta serlo en realidad para saber que es lo que pasa.

- Mucha gente llora... al darse cuenta de que en sus vidas, no tienen a nadie que llore por ella.

Creo que eso a ella le parece triste. Ella me mira.

- Oye Frey...-Dice en voz baja, casi un susurro- Yo lloraría por ti...

-No pequeña, tu sonríes por mi, y así quiero que siga siendo.

Esa respuesta le vale, sonríe, tal y como le he dicho. Tiene una sonrisa muy alegre. Le faltan un par de dientes de leche. Ella aún cree en el ratoncito Perez. Es un dato curioso, simplemente.

-Oye Frey...

-Dime, pequeña.

-¿Odias a los que hacen todas esas cosas que hemos visto hoy?

-No, no los odio... me gusta verlos...

-¿Te gusta... verlos?

- Si... cuanto más los miro a ellos, más agradezco que exista alguien como tu.

Sonríe. Y nos vamos de vuelta a las lunas de Júpiter, y en ese lugar no hay lluvia, no hay enfermedad, sólo hay dragones...

... dragones, príncipes, y una pequeña princesa.







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