Vida de Frey Bach.



Suele pasar, que el hombre teme a lo desconocido, que siente el ser humano un incontrolable pavor hacía aquello que es diferente y extraño, hacía lo indeterminado, hacía aquello que no tiene nombre, queriendo destruirlo todo y someterlo a si. Por eso el ser humano teme a la oscuridad.... por eso vivimos de día y tememos bajo las mantas de nuestra cama en la noche.   Por eso tenemos miedo...

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Frey Bach miraba la sombra formarse delante de si, era una imagen curiosa, el como poco a poco ese vació inmaterial pasaba a ser algo de este mundo. Más real que cualquiera. Era ver como un miedo cobraba vida. Pero eso no asustaba al joven ¿Por qué? Porque nada le asustaba.

-Supongo que no estás aquí para darme un besito-Dijo el chico, aún esperando a que pasara algo- Tengo ganas de gresca, así que date prisa.

La sombra se arremolinaba entonces alrededor de él, sin poder tocar al chico. Él sabía que no iba a pasar nada. Esa nombra de no era de las que "molaban" como él decía. [Para entendernos algo que "Mola" para Frey, es algo con lo que te puedes pelear]

- Vamos...si crees que tengo todo el día... vas listo-La verdad es que hablaba por hablar, no tenía del todo claro si aquella cosa le entendía o no.

El humo negro tomó forma, sin llegar a concretarse del todo, pero estando lo suficientemente definido como para ver más o menos que era. Era algo así como un hombre con un traje elegante, aunque no tenía ni manos ni pies, y en la cabeza tenía algo así como una máscara de gas. Lo único tangible, concreto, era un candado colgando en una cadena que llevaba en su etereo cuello.

- Esto es aburrido... aquí no pasa nada....

La imagen fantasmal se lanzó hacía Frey. Quizá con otras personas los "Seres vacíos" eran más sutiles, quizás entraban en tus sueños, quizá se materializaban como tus miedos hasta sumir tu vida en infierno tal que tu mismo te ponías ese maldito candado al cuello. Pero con Frey había que ser más.... "directo".

El chico sonrió, sin moverse dejó que el fantasma le agarrara del cuello. "Que tonto" pensó. Es como si un niño corre furioso contra un coche... por muy enfadado que esté.... en fin.

-¿Y ahora? Va a resultar que al final si que me venías a dar un beso... que sea con lengua... bribón- Bromeó Frey. Demostrando que no tenía ningún tipo de miedo, ni a ellos, ni a nada- Lárgate si no quieres llevarlas.

El fantasma apretó su cuello. Pero salió volando por un empujón de Frey. Incluso el humo podía ser tocado si uno tenía al voluntad suficiente. El macarra se sacó del bolsillo un cigarro, lo encendió con calma y dio una suave calada. A decir verdad no es que el tabaco le hubiera enganchado... pero el creía que "Quedaba guay" y por eso, seguía dándole al vicio.

-¿Y ahora?¿Qué se supone que vas a hacer?

Un grito. La rabia finjida desde el interior de la máscara de gas. "No tienen emociones" Se dijo a si mismo Frey "No se para que las finjen". La sombra se tiró de nuevo a por él. Frey miraba como se acercaba, sin hacer nada, mirándole simplemente fijamente. Vio como el fantasma casi a punto de tocarle se deshacía en el viento, incapaz de dominar el espíritu del joven, que tenía una mueca entre decidida y aburrida.

- Y el resto.... es silencio.

Él llena el infinito. Él hace que las sombras se desvanezcan. Él hace lo imposible posible.

Él no tiene miedo a nada. Porque él es Frey Bach. Porque él es, la Voluntad.

Fronteras de lo posible.


Simplemente estaba allí. En aquel lugar.

El aire, tan frío como puro, acariciaba sus facciones con la gracilidad que solo puede poseer lo etéreo. Se sentía sola,y ciertamente estaba sola. Sola consigo misma. Una sensación tan extraña. Sabía que en ese lugar ella era el único ser viviente, pero eso no era realmente molesto, simplemente, no estaba acostumbrada. Siempre había pensado que tenía un miedo terrible a quedarse totalmente sola, pero ahora que se veía en esa situación, se alegró de estar ahí, y poder disfrutar para variar de si misma. Aspiró, refresco su cuerpo y su mente. Movió un poco los pies, que sintieron el contacto con el agua pero no se sumieron en ella. Disfrutó simplemente de la visión del armónico movimiento de las ondas del agua sobre el lugar. Hasta el horizonte, quizá también más allá. Disfruto simplemente de lo imposible.

-¿Ahora qué?-Dijo rompiendo ese infinito silencio. Dio un leve empujón con el pie al agua solo para que algunas gotas salpicaran y poder así escuchar otro sonido más.

Esperó.

-Nada. Ahora simplemente nada.-Se contestó a si misma.- Simplemente.... sentir.

Pensó en el porqué de estar allí. Pensó en infinidad de cosas que bombardearon súbitamente su mente. Pero nada. No llegó a ninguna conclusión. Hay cosas que no están echas para ser entendidas, cosas que no tienen porque, o al menos, no un porqué que quepa en nuestras mentes. A veces un lugar tan perfecto e infinito como ese podía estar en nosotros desde siempre y para siempre y  un simple concepto, la importancia real de una palabra podía escaparsenos toda la vida.No se estresó por ello. Tampoco le habría solucionado nada. Ella era de mirar la vida de forma simple, incluso cuando sabía que no había nada más complejo que el vivir, incluso en los sueños.

-Bueno...-Miró alrededor- Y esto es lo que soy yo.Todo esto, y nada más.

Ni siquiera sabía bien que quería decir eso, pero esas palabras le había brotado de los labios, espontáneamente¿Eso era ella? No veía por ninguna parte su pelo castaño, sus ojos almendrados ni su cuerpo de niña "Tendré que hacerme caso a mi misma" Se dijo. Sonrió y contempló su mundo. Durante aquellos segundos eternos, ella se vio perfectamente a si misma, vio su alma, vio su ser. Luego despertó, confundida, como los sueños confunden.

Frunció el ceño. Observó su nuevo alrededor.

-La realidad es muy aburrida-Sentenció. Poniendo morritos.- Muy muy aburrida.

Y la niña pensó, que la realidad, no es más que el comienzo de las fronteras de lo posible.

Algo más.



Mordí su cuello, sentí el sabor dulce de su piel en mi boca. Sentí su aliento recorriendo mi nuca, húmedo y cálido. Sonreí. Paseé mis manos por su cara, sus labios se entreabrieron y su lengua rozó mis dedos. Pegué mi cuerpo al de ella, la apreté contra la pared, en mi manía absoluta de tener siempre la iniciativa de la situación. Miré hacía arriba, mi mirada se encontró con la suya. La lascivia era presa de su gesto, me manoseaba el cuerpo, intentaba desnudarme. Dejé que la camisa cayera al suelo, segundos después a ella se unió la camisa de ella. Juntas nuestras prendas en el suelo igual que nuestros cuerpos. Todo se aceleró de repente. La vi desnuda frente a mi, tomé aire. Tardé unos segundos en reponerme. Era una visión realmente espectacular. Observarla de esa manera. Tan perfecta. Sus gestos tímidos intentaban ocultar los tramos descubiertos de su piel. Quise disfrutar un poco más de la armoniosa arquitectura de su cuerpo, pero la lujuria me pudo.

Las yemas de mis dedos buscaron su cuerpo, palmando cada centímetro de su piel para guardarla en mi memoria. Para sentir el calor que ella aguardaba para mi, solamente para mi. Nuestras salivas se entremezclaron, nuestros cuerpos de unieron totalmente. Sentí su pecho sobre el mio, una puerta al paraíso y toda mi mente se perdió. Ahora recuerdo sus jadeos, recuerdo esa  sensación de pegar nuestros cuerpos sudados y satisfechos, recuerdo los gemidos, el placer, recuerdo su sonrisa y sus pechos, sus curvas, su piel. Recuerdo como los dedos de sus pies se encogían y como sus uñas mordían con fuerza mi espalda.Recuerdo sus ojos mirando a los míos en todo momento.

Recuerdo placeres y sensaciones... un sentimiento, quizá algo más.

Porque contigo, siempre hay algo más.