Ves el mundo...



Ves el mundo muchas veces y piensas que este está bien, que está mal, que hay cosas agradables y desagradables. Placeres buenos y goces baratos. Corrupción y desastre. Desidia y esfuerza, dejadez y voluntad. Inteligencia, estupidez, belleza y espanto, cosas simples y otras inefables, y entre todas estas y muchas más debemos convivir, formando nuestro propio ser con una combinación de ellas.

Hay cosas que nos vienen dadas por las fatalidades de la vida y otras que escogemos atentamente, cosas que quizá dejamos pasar sin saber lo que significan y algunas a las que nos aferramos sin ser conscientes de si es veneno o panacea. A estas cosas debemos atarnos, debemos encadenarnos para poder ser algo más que un personaje.

Y entonces somos alguien, alguien en el mundo, enorme, colosal, intimidante y despectivo, un mundo al que no le importa en absoluto lo que haya sobre él. Y para el que somos poco más que un insecto. Entonces debemos seguir echando cadenas a nuestro cuello, para poder conseguir ser algo más, porque eso es lo que se busca siempre, algo más.

Eslabón tras eslabón vamos uniéndonos a las cadenas de otras personas, creando unos lazos de papel que con el tiempo se van convirtiendo en puro acero, unos lazos que nos condicionan, que nos quitan nuestra libertad pero a cambio nos proporcionan la posibilidad de ser felices.

Pero el metal pesa.

Deja marcas en la piel, marcas de esposas y de grilletes. Y cuando estás unido a alguien que cae, has de tirar por esa persona, o caer con ella.

Quizá pienses que es triste la vida del que como yo, no le importa el destino del que se hunde a su alrededor, que en cuanto la cadena estirada del derrotado empieza a tirar se rompe, porque en el fondo recuerda que una vez fue papel, y a este se lo lleva el viento.

Quizá pienses que esto no tiene sentido, que todo eso hace que pierdas las posibilidades que cada persona   y cada lazo me haga ser feliz.

Pero...

Es tiempo de romper lazos, de convertir el acero en papel y este en ceniza.

Porque, pese a todo, pese al precio que hay que pagar por ella, hecho de menos a mi libertad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario